Ante la nueva ley de la semilla
Víctor Medrano
Observando la manera como se desea introducir en el país una nueva ley que rija el comportamiento de la manera de mercadear la semilla que se utiliza para la producción agropecuaria, se hace preciso alertar a la población respecto a los resultados que se producirían con la puesta en práctica de la aprobación de esta nueva ley que toma este material fundamental de la producción bajo esta condicionante, solo para el lucro de un pequeño grupo.
Bien es conocido que desde la creación de la ley de semillas No 231 del año 1971, en el país nunca este tema había llegado a ser materia de conflicto, en vista de que la misma permite el uso de las semillas mejoradas, hibridas y las tradicionales, llegándose a establecer varios centros de producción de estas en todo el territorio, teniendo todos acceso a ellas como sus hijos que se alimentan de su producción.
Es por la significativa importancia que tiene por ser la base sobre la que descansa toda la producción de alimentos que nutren la población, no debe descansar sobre los comercializadores de ella la modificación sobre su uso. Menos aún, como han querido hacerlo sin socializarlo, mediante un proyecto de ley introducido soterradamente al senado, obviando la participación de los representantes del sector( De organizaciones campesinas y de gremios profesionales del agro, entre otros).
Evidentemente, se ha podido palpar que la manera como se ha querido manejar en el congreso no es más que un instrumento de regulación de este material de siembra con puros fines de poder controlar de manera total lo que de ella se produce para el consumo de los seres humanos y mas allá, pues plantea el decomiso y la destrucción de los recursos fitogenéticos, con el supuesto fin de proteger la pureza de las llamadas semillas certificadas, al tiempo de evitar la mezcla de variedades en el fruto.
Ante todo debemos partir de que el resultado de las investigaciones realizadas dan fundamento para determinar que los frutos obtenidos a partir de las modificaciones genéticas en las semillas tienen impactos sobre la salud, la fertilidad y la longevidad de las personas, entre otros resultados no agradables. También es conocido que el uso de semillas certificadas tiene una mayor demanda de agroquímicos, lo que eventualmente ocasionará una mayor vulnerabilidad ante los ataques de las plagas y las enfermedades, estando creadas las condiciones de una contaminación ambiental y produciéndose una reducción de la agrodiversidad.
Las observaciones anteriores deben ser tomadas muy en cuenta ya que a partir de la aprobación del presente proyecto de ley de semillas que cursa en el congreso se permitirá la entrada al país de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), que se producen en otros países, sin todavía contar con un registro sobre biodiversidad y bioseguridad de nuestros propios recursos. Todo ello a sabiendas de que el OGM es una semilla en la cual el fabricante ha introducido, vía ingeniería genética, determinados genes, alterando la composición original de la semilla y de los frutos que esta producirá;
No obstante se comercializa en el sentido de que estos genes tienen o provocan reacción con toxinas y/o antibióticos para ahuyentar o matar las plagas más comunes que ataca a ese cultivo, mejorar su rendimiento y cambiar la composición de nutrientes, sabor, textura y características del producto final.
Lo que no se destaca en el contenido del proyecto de ley es que al usar este tipo de semillas se inducirá a una reducción de la agrodiversidad, trayendo como consecuencia una mayor vulnerabilidad ante los ataques de plagas y enfermedades, creándose las condiciones para una contaminación ambiental, debido a que el uso de ellas demanda de una mayor cantidad de agroquímicos.
Entre otros detalles, con este proyecto se supedita a los productores bajo un riguroso control de unos inspectores que se crearan con el fin de verificar el uso de este tipo de semillas, castigando con ello los saberes ancestrales de la población relativos a la producción, conservación y el cuidado de las semillas.
En definitiva, bajo el amparo del uso de una semilla de mejor calidad, detrás de esta ley se esconde lo que es la verdadera intención del fortalecimiento del agronegocio y la privatización del sector en manos de pequeños grupos que solo persiguen el lucro.
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